Utilizo este sitio como un lugar para expresar lo que siento, pienso, recuerdo, en resumen momentos en los que necesito volcar mis emociones y sentimientos de momentos difíciles que a todos nos toca vivir. Los momentos buenos me gusta disfrutarlos con mi gente, pero los malos prefiero que se queden aquí en este rincón.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
TRATAMOS COMO DEBEMOS A LOS ANCIANOS
Algo para reflexionar
Poema publicado en la Gaceta del Hospital Guy de Londres. Está escrito por una anciana internada en la zona geriátrica, considerada como incapacitada para leer y escribir por sus cuidadores, el original fue hallado en su taquilla después de su muerte.
Un brillo en los ojos
¿Qué veis, qué pensáis cuando me estáis mirando?: Una anciana decrépita y obtusa. Con los ojos perdidos, que toma su comida y nunca responde. Cuando alzáis la voz diciéndome: me gustaría que lo intentaras.....
Os diré quién soy, mientras permanezco aquí sentada, inmóvil, mientras me levanto siguiendo vuestro mandato y como, según vuestro deseo.
Soy una niña de diez años, con papá y mamá, hermanos y hermanas que se quieren los unos a los otros. Pronto una novia de 20 años, cuando mi corazón dio un salto recordando las promesas que juré cumplir. Con 25 tuve mis propios niños que precisaron de mí para construir un hogar seguro y feliz. A los cincuenta, de nuevo, nuevos niños corretearon sobre mis rodillas.
Pero los días oscuros se ciernen sobre mí con la muerte de mi hombre. Miro al futuro y me encojo de temor. Los jóvenes de mi familia están todos muy ocupados en sus asuntos. Y pienso en los años de amor que he conocido. Ahora soy una mujer vieja y la naturaleza es muy cruel. (...)
El cuerpo se resiente, la gracia y el vigor se han ido... Ahora sólo hay una piedra donde antes había un corazón. Pero debajo de esta vieja carcasa
Una joven adolescente aún alienta. Y ahora, de nuevo, mi castigado corazón renace. Recuerdo las penas, recuerdo el placer, de nuevo amo y vivo otra vez, y pienso que los años son demasiado pocos, han pasado demasiado deprisa. Y acepto el hecho de que nada durará.
Por tanto, abrid vuestros ojos, enfermeras, y mirad. No soy una vieja decrépita, miradme de cerca, vedme...!
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